miércoles, 25 de agosto de 2010

Aperturas

Por el MI Daniel Tapia

¿Quiere la verdad? ¿Usted quiere la verdad? ¡Usted no puede aguantar la verdad!” de la película "Cuestión de Honor"

Dijo el famoso actor Jack Nicholson en una de sus actuaciones más reconocidas en el mundo de la cinematografía.

Pero ¿qué es la verdad?

La apertura es el mejor negocio que las casas editoriales de ajedrez tienen. Cada mes salen más de 20 libros sobre la apertura y todos prometen que darán al lector poderes mágicos y cientos de puntos de ELO. En menos de unos años no serán reliquias sino cachivaches. Saldrán nuevos libros con las mismas promesas: poderes mágicos y cientos de puntos de ELO. El ciclo nunca para y este fenómeno consume a tantos ajedrecistas.

Y ¿qué dicen los grandes maestros? Dicen que la teoría no es importante mientras usan todo su tiempo para encontrar novedades.

Y ¿qué hacen los jugadores? Pierden el tiempo cambiando de apertura a toda hora para acudir a la moda que es la bendita teoría. Tienen miedo de estudiar las líneas largas entonces buscan atajos. Se rebelan contra la teoría y juegan gambitos de chatarra. Dejan sus aperturas queridas porque un GM ha refutado unas variantes y emigran a pastos "más verdes".

Pero entonces ¿qué es la verdad?

Yo creo que la verdad es que las aperturas son importantes. Muy importantes. Uno puede perder por un error en la apertura o ganar por conocer los detalles en la primera fase del juego.

Sin embargo no nos podemos dejar engañar por todos los factores que se presentan cuando elegimos una apertura. Tenemos que eligir a las aperturas que nos gustan. No podemos estar pensando el los demás cuando vamos a eligir. Nadie más es responsable por las decisiones de uno mas que uno mismo.

Si quiero jugar la francesa porque me gusta y me ha dado buenos resultados entonces debería jugarla. Si unos jugadores débiles pueden cambiar en la tercera jugada y entrar en una posición simétrica con tendencias a las tablas yo debería aceptar la situación y buscar respuestas. Tenemos que hacernos fieles a nuestras aperturas. Cuando jugamos una partida mala que perdemos por jugar la apertura mal no debemos dejarla sino acercarnos más a ella y tomar más tiempo para entenderla.

Cuando uno escoge una apertura uno debería casarse con ella y estar en su lado tanto en los tiempos buenos como en los tiempos malos. Eso no se puede hacer uno con tan sólo un libro. No, eso requiere dedicación y esfuerzo, y yo me estoy dando cuenta de ello diez años después de jugar el juego real. Así, uno creará una relación estable y seria. Con amor y para siempre. Sólo ahí puede uno encontrar la verdad.

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