sábado, 31 de julio de 2010

El gran problema está en el enfoque

Me quedé pensando en el artículo de Dvoretsky...
¿Cuál es el problema en admitir los errores? ¿porqué nos cuesta tanto (al menos a mi) admitir que nos hemos equivocado?
He aquí mi hipótesis: Nos cuesta por nuestra educación.
Desde pequeños se nos enseña a relacionar el error con algo malo y por ende somos propensos a tratar de encubrirlo. El temprano grito: ¡yo no! ante la pregunta de nuestras madres: ¿quien rompió tal cosa, o hizo tal otra? Se nos va haciendo carne en otros aspectos de la vida. También en la educación formal -escuela o liceo- el error es visto como algo poco menos que pecaminoso y por tanto es severamente castigable.
Pero no todas las culturas tienen esta reacción. Recuerdo que en una de las escenas de la película "Sol naciente" el personaje encarnado por Sean Connery le explica al personaje de Wesley Snipes que, frente a un error los occidentales enseguida buscan al culpable en cambio los japoneses la forma de solucionarlo.
En el primer campamento organizado para "las jóvenes promesas del ajedrez uruguayo" mis compañeros profesores se sorprendieron bastante al encontrar en el pizarrón de clases la "formula": error = amigo. Con ella yo quería tratar de romper la visión que sobre el primero tenían los alumnos y a su vez de que asimilaran que un error debía ser escuchado atentamente por que algo nos quería decir y, tal vez lo principal, no debía "esconderse bajo la alfombra".
Después de todo como decía el excampeón del mundo M.Botvinnik: "cuando hay una verdadera lucha sobre el tablero, es dudoso que se puedan evitar los errores". Por tanto debemos saber como reaccionar ante el error tanto en la partida "Cuando no se puede volver, sólo debemos estar preocupados por el mejor modo de seguir adelante" así como también en nuestros análisis "post mortem"

"Vuestros errores son nuevas lecciones para el acierto." Bernardo Monteagudo
Cuando estamos analizando la partida en nuestro "laboratorio" debemos detenernos a ver que es lo que el error cometido nos puede enseñar. Preguntarnos ¿qué fue lo que motivo el error? Pueden haber distintas causas y generalmente sólo quien lo cometió es el indicado para poder responder esta pregunta -cuando no se miente a si mismo, lo cual también pasa-.

De la buena comprensión de la causa de nuestros errores depende en una gran medida la posibilidad de nuestra superación. Si podemos decir que "sólo se equivoca quien hace" entonces podríamos añadir que "sólo progresa quién entiende los errores de sus acciones". "El éxito encubre mil desaciertos" Bernard Shaw

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